martes, 19 de enero de 2016

Desigualdades por género

En un fragmento de La Vida es Sueño (Pedro Calderón de la Barca), un sabio se preguntaba: “¿Habrá otro más pobre y triste que yo?”. El sabio “volvía el rostro” y descubría a otro igual que recogía las hojas que desechaba. Las probabilidades de que ese otro sabio fuera una mujer son muy elevadas. Dentro de las bolsas de pobreza y desigualdad que persisten en el mundo, las mujeres conforman un colectivo de ‘ultrapobres’ dentro de los pobres; de discriminadas dentro de los apartados, de olvidadas dentro de los que ya no importan.

 El informe de Intermón Oxfam incide en que “la mayoría de los trabajadores peor remunerados del mundo son mujeres” y que estas desempeñan “los empleos más precarios”. La industria textil de los países en desarrollo se aprovecha de esta debilidad de las mujeres trabajadoras que aceptan peores condiciones laborales para disparar la rentabilidad de su negocio. Aunque este es un caso llevado al extremo, la brecha salarial y la diferencia de condiciones es un problema transversal en todo el mundo, incluidos los países más avanzados.

Los primeros rayos de la recuperación económica han devuelto a la primera línea del debate europeo y español la necesidad de equiparar los derechos de hombres y mujeres. Un crecimiento económico justo ha de ser también por definición igualitario entre géneros. Los mecanismos para conceder a la mujer iguales oportunidades, como la discriminación positiva, tienen costes, pero los beneficios saldarán con creces la factura. La igualdad como fin y como medio es la única fórmula para conducir el progreso.Cenicientas 3.0

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