miércoles, 11 de abril de 2012

Un muro de corbatas ante la mujer directiva

Ni protocolos de igualdad ni códigos de buenas prácticas. Nada ha funcionado. En el tejido empresarial español —y europeo— el poder está aún ligado a la corbata. La participación de las mujeres en las cúpulas del sector privado es llamativamente escasa. Apenas ocupan un 11,5% de los sillones de los consejos de administración y un 22% de los puestos directivos. Superadas las barreras de la formación —se licencian más y con mejores notas—, perviven, sin embargo, aquellas trabas que dificultan su incorporación al trabajo; y, sobre todo, las que frenan su promoción. Una cultura empresarial anclada a roles patriarcales y masculinos, que el concepto conciliación esté todavía ligado a la mujer, y el hecho de que las redes personales sean aún un plus para escalar —lo que en un entorno masivamente masculino las deja fuera—, son las piedras en el camino de las profesionales. Actitudes discriminatorias con las que conviven las que tratan de ascender, y que siguen sufriendo las que llegan arriba. En las empresas españolas persiste un lacerante sexismo. También —o particularmente— en los niveles más altos.
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