viernes, 17 de diciembre de 2010

EMPECEMOS POR AQUÍ

Si preguntamos a nuestro alrededor si creen que existe la discriminación entre hombres y mujeres, es probable que bastantes personas contesten con un rotundo no. Tenemos el convencimiento de que no hay ningún problema, ninguna diferencia entre nuestras amigas y amigos y no creemos haber vivido ninguna situación que nos demuestre lo contrario. Entonces, ¿Por qué hablar de cómo aprender a compartir la vida en igualdad? ¿Es que no es algo que se da de forma natural cuando estudiamos, trabajamos o pasamos tiempo en común?

La mayoría de la juventud que conocemos, tienen la certeza que tanto chicos como chicas tienen las mismas oportunidades en su vida, tanto laboral como política, económica…pero la realidad no es así, a pesar de estar en un país democrático, en un tiempo en el que las leyes velan por su ciudadanía, en la que está de moda (o ha estado) la no discriminación por razón de sexo. Así nos lo demuestran las cifras que nos dicen que todavía siguen existiendo obstáculos en perjuicio de las mujeres.


No es fácil desaprender la educación que se nos ha impuesto a lo largo de los siglos, el papel de cuidadoras tradicionales: madres, hermanas, hijas o nietas, todas ellas son las que han sido educadas para ser las buenas “amas de casa”, enfermeras de sus antecedentes y descendientes, preocupadas siempre por el bienestar de sus familiares anteponiendo su propia vida, su bienestar social, la oportunidad de estudio o trabajo. La tradición ha sido tan impregnada que la simple decisión de tomar otra salida te supone el terrible malestar de no ser buena persona. Hay que ser buena madre, buena hija, buena nuera, buena suegra, buena hermana y, ahora, ya que hemos accedido al mundo laboral, hay que demostrar TODOS LOS DÍAS, que también somos buenas en el trabajo. Una losa que pesa demasiado. ¡Pero si es muy simple! ¡Sólo queremos ser personas como los demás y que así se nos trate! ¡Como personas!

Por un lado, habría que promover y fomentar las condiciones que posibiliten la igualdad social de ambos sexos y, por otro, la participación de la mujer en la vida política, cultural, económica y social. En nuestra sociedad persisten todavía muchos obstáculos para que exista una igualdad real entre sexos. Uno de los mayores obstáculos con los que se encuentran las mujeres para conseguir plenos derechos, la punta de la pirámide, es la existencia de la violencia de género.
Si bien es cierto que la violación de los derechos humanos la sufren tanto hombres como mujeres, la violencia que presentan las mujeres tiene unas características directamente relacionadas con la distribución desigual de poder, y asociada exclusivamente al sexo femenino y en la mayoría de las ocasiones a tener una pareja o haberla tenido.

¿Qué es la violencia de género?:

 La violencia basada en la pertenencia al sexo femenino es un problema social y cultural de enormes dimensiones cuyos factores deben ser atendidos de forma integral respondiendo a un modelo social que refleja la desigualdad entre sexos, situando al masculino por encima del femenino. Las proporciones alcanzadas por este hecho requieren la implicación de todos los poderes públicos.
Es aquella que se produce como consecuencia del establecimiento de un tipo de relaciones entre hombres y mujeres, basadas en la dominación y el poder del sexo masculino sobre el femenino.
                                         
De este modo, el maltrato hacia las mujeres es consecuencia de la falta de respeto, de su reconocimiento y valoración y de la desigualdad entre varones y mujeres
A lo largo de los últimos años, el número de mujeres víctimas de violencia no ha disminuido, aún cuando los esfuerzos por parte de las administraciones públicas, colectivos y agentes sociales han seguido aumentando.
La Organización Mundial de la Salud ha alertado de que la violencia de género es la primera causa de pérdida de años de vida entre las mujeres de 15 a 44 años, por encima de las guerras, los accidentes de tráfico o los distintos tipos de cáncer.

La Constitución Española de 1978 reconoce expresamente en su artículo 14 el principio de igualdad de los españoles y españolas ante la ley, sin que pueda prevalecer discriminación alguna por razón de nacimiento, raza, sexo, religión, opinión o cualquier otra condición o circunstancia personal o social.


El ciclo de la violencia de género:
Este ciclo tiene varias fases:
Fase de acumulación de tensión:
El hombre maltratador empieza a mostrarse tenso e irritable, cualquier comportamiento de la mujer despierta en él una reacción de enfado.
La mujer sorprendida intenta hablar con él para solucionar el problema, ver la causa, pero esto solo provoca más enfados en el hombre que la ve como excesivamente dependiente y empalagosa.
La mujer, para no molestarle, comienza entonces a no hacer nada, intenta no expresar su opinión porque sabe que él expresará la contraria y entonces habrá “bronca”, también intenta hacer las menores cosas posibles, entra en una fase de inmovilidad, pero esto tampoco salva a la mujer, ya que el hombre la acusará de ser casi un “mueble” que no hace nada, que es una persona anodina y aburrida.
Si la mujer se queja él lo niega todo y vuelca la culpabilidad en ella, y esa desigualdad que el hombre ha ido construyendo a lo largo de la relación es utilizada para callar a la mujer. La intenta convencer de que él tiene razón y no ella, que su percepción de la realidad es equivocada, y como ya hemos dicho, la desigualdad creada permite al hombre este comportamiento.
Ella acaba dudando de su propia experiencia y se considera culpable de lo que pasa. Esto va a reforzar todavía más el comportamiento del hombre.
Él se distancia emocionalmente, la mujer se asusta pensando que lo va a perder y que si esto ocurre será culpa de ella puesto que no ha sabido conservar su amor.
El hombre ya no siente ningún amor y se distancia y cada vez está más irritable.
Ella se disculpa una y otra vez, confiando en solucionar así la situación, pero el hombre se harta y siente necesidad de castigarla verbal, físicamente, o de ambas formas a la vez.
Fase de explosión violenta:
Como su nombre indica, el hombre acaba explotando, pierde el control y castiga muy duramente a su pareja, verbal o físicamente.
La insulta, la golpea, rompe cosas, amenaza con matar a los hijos y a ella, la interrumpe el sueño, la viola...
La mujer, que sólo intentaba salvar la relación, se ve ahora impotente y débil, la desigual balanza que se ha establecido a lo largo de los años la paraliza.
No toma represalias, todo el poder está en él, eso lo ha aprendido muy bien y la mujer entra en una “indefensión aprendida” que le impide reaccionar.
Fase de “Luna de Miel”
El agresor se siente muy arrepentido de su conducta (por lo menos las primeras veces), pide perdón, promete cambiar. Y realmente cambia, durante esta fase se convierte en el hombre más “encantador” del mundo, la lleva el desayuno a la cama, la cura las heridas, incluso se hace cargo de las tareas domésticas, le cede todo el poder a ella.
La mujer en esta situación se siente en éxtasis, tiene el poder y a su hombre detrás responsabilizándose y amándola. Él deja de ponerla tantas restricciones, se relaja un poco y la permite las salidas. Si bebía deja de beber, incluso puede ir a terapia.
La mujer al ver estos cambios piensa que si ha podido dejar la bebida puede dejar de pegarla y piensa de verdad que no volverá a ocurrir, ya que equivocadamente ella relaciona (en un porcentaje muy alto) el maltrato con la ingestión de alcohol, sin pararse a pensar que cuando bebe él no maltrata a todo el mundo, sino sólo a ella.
Escalada de la violencia de género
Una vez que ha conseguido el perdón de su víctima, se siente de nuevo seguro en la relación, ya la ha recuperado y no tiene que seguir complaciéndola, empieza de nuevo la irritabilidad y los abusos y cuando ella quiere ejercer su recién conseguido poder la castiga duramente.
Cada vez la mujer es más dependiente, cada vez tiene menos energía para luchar (Indefensión aprendida). Es el marido o pareja, y no ella, quien controla estos ciclos y el que decide cuando se acaba la Luna de Miel.
Ella empieza a darse cuenta de que haga lo que haga no puede controlar el comportamiento de su marido, los malos tratos son arbitrarios e indiscriminados. La mujer sólo tiene energías para intentar mantenerse con vida dentro de la relación o para que no se implique a los hijos e hijas.
Los ciclos de violencia se van sucediendo hasta que finalmente desaparece la Fase de “Luna de Miel”


¿Qué debes hacer si eres una mujer maltratada?:
Si has sido maltratada y no sabes qué hacer, si necesitas saber si tu situación es de maltrato y tienes necesidad de información, infórmate de tus derechos;

-   Llama al 112: para una ayuda urgente, están a tu servicio 24 horas al día. Teléfono gratuito. Recibirás información para protegerte y ayudarte.

-   Centro de Servicios Sociales, al Centro Municipal de la Mujer o a la Agencia de Igualdad de tu localidad.

-   Si has sufrido lesiones acude a un centro médico y pide el parte de lesiones.
-   Denuncia en la Comisaría de Policía, Cuartel de la Guardia Civil o en el Juzgado que te corresponda.

 
Tipos de violencia:
Todas estas formas de violencia suelen combinarse y es muy difícil separarlas o encontrar solamente uno de los tipos en una pareja en la que existe violencia.

  • Violencia física: actos de violencia y castigos corporales que pueden producir dolor, daño físico, deterioro o enfermedad.
  • Violencia psicológica: Conducta intencionada prolongada en el tiempo que incluye palabras e interacciones como insultos, amenazas, aislamiento, silencios ofensivos, descalificaciones... y otros, que tiene como objetivo el ejercicio del dominio en una relación y como consecuencia la pérdida de dignidad, la identidad y la autoestima de la víctima.
  • Violencia sexual: Imposición de una relación sexual no deseada, posturas, gestos, actos o formas de vestir. Abuso y violación. Insultos y acusaciones durante las relaciones sexuales. Venganza, chantaje y amenazas si no quiere tener relaciones sexuales.
  • Violencia económica: Consiste en limitar a la mujer el acceso a los recursos económicos, trabajo y/o a la educación.
  • Violencia Social: Humillaciones, descalificaciones y burlas en público, se muestra descortés con las amistades o familia de ella,...
  • Violencia Ambiental: Rompe y golpea objetos, destroza enseres, tira cosas, golpea puertas,...

Señales de alarma:

Señales de alarma (ÉL)

Intrusión /control. Intentos de conocer y decidir sobre la vida diaria de ella. Llamadas telefónicas continuas. Acompañarla y llevarla a casa constantemente.
Celos: Excesiva preocupación por la relación que ella mantiene con sus amistades y su familia:
            “Nadie te comprende mejor que yo”
            “Si te vuelve a mirar le parto la cara”
            “Vas provocando"
             "Tus amigas son unas estúpidas"
Cambios de humor y arrebatos de agresividad: Expresar el enfado o el malestar gritando, insultando o golpeando algo.
Manipulación emocional. Bien mediante el victimismo y transmisión de idea de culpa o de lástima o bien mediante el dominio caprichoso de la afectividad y la sexualidad:
            “Me tienes abandonado”
            “Si me dejas me estrello con la moto”
            “Te quiero – No te quiero”
            “Ahora sí porque me apetece”

Aislamiento social. Intentar reducir la vida social de la otra persona de manera que se reduce los apoyos externos:
            “Solo quieren aprovecharse de ti”
            “Pasa de tu familia; ellos pasan de ti”

Valoración negativa o despectiva de las mujeres.

Señales de alarma (ELLA)

En este asunto no es tan evidente lo que se dice como lo que se piensa y se siente.

Sentimiento de culpa y/o lástima. Ella se siente responsable de los problemas de él o al menos de ayudarle a resolverlos y, por lo tanto, surgen sentimientos de culta por las consecuencias en él de la posible separación.

Ocultación y Aislamiento. Cuando los o las demás le desaconsejan la relación, ella se siente incomprendida e invadida de manera que evita hablar de ello. También surge sentimiento de vergüenza.

Confusión y desorientación. Al principio ni siquiera se identifica qué está pasando.

Baja autoestima y asertividad. A la vez que dificultad para tomar decisiones por dependencia de él.

Excesiva preocupación por los asuntos de él. Continuos consejos y reproches.

Celos. La dependencia genera miedo a la pérdida.

Sometimiento y sumisión.

Repetidas “nuevas oportunidades”. La separación se aplaza una y otra vez.

Pensamientos y emociones contradictorias. Amor-odio, ira-culpa, euforia-tristeza.

Trastornos psicosomáticos. Alteración del sueño y/o de la alimentación, depresión, ansiedad, dolores articulares o musculares sin acusa definida.

¿Y porqué aguantan tanto?:

Está claro que si la primera vez que sales con un chico,  te abofetea, no lo vuelves a ver “ni en pintura”. Pero esto no es así. Las situaciones de violencia de género se van sucediendo poco a poco, de manera que casi no te das cuenta. Al principio todo es normal, pero poco a poco te irá pidiendo pequeños favores a los que irás accediendo ya que eso es signo para él de que lo quieres o eso será lo que él te diga. No tienes que acceder. No lo permitas. Tú eres tú tal cual y así se te ha de querer.

Efecto bonsái: Un bonsái no es un árbol que no crezca, es un árbol al que se le impide crecer, al que se le van podando ramas, cortando raíces, manipulando su crecimiento natural, a capricho absoluto de la persona que lo cultive. Pero al mismo tiempo, se va regando y cuidando con esmero para mantenerlo, porque el verdadero placer es que crezca bajo el control de sus manos y su imaginación y así obtiene “su obra”. Es decir, la misma persona que va “destrozando” la planta es la misma persona que le permite que siga viva (según idea original del psiquiatra forense profesor Lorenzo Acosta).

Esto mismo que hemos leído del bonsái es lo que ocurre con las víctimas de violencia de género. No sé si es el procedimiento de crecimiento de este tipo de árbol pero sí que es lo que ocurre con  este tipo de víctimas. Su agresor la va moldeando poco a poco (podándole las ramas) de forma que le va recortando su vida exterior, su personalidad, todo su ser, para convertirla en lo que él quiere: una persona sumida que lo obedezca. Todo sucede de forma tan lenta que sin darse cuenta se va sometiendo a su voluntad de tal manera que cuando abre los ojos es incapaz de hacer una reflexión por ella misma, es fácil que no tenga ni juicio propio. Verá que él tiene razón, ya se habrá encargado de enseñarle que es una persona incapaz de hacer nada por sí misma, de destrozarle su autoestima. A la misma vez que él da un paso adelante, ella un paso hacia detrás. Cuando llega el maltrato físico (que es lo último), tiene a su lado a una mujer bonsái y no es lo mismo empujar a un fuerte árbol que a un chiquito y débil.

Hay que tener en cuenta también que la mayoría de estas mujeres no reconocen el problema, les da vergüenza que la gente se entere, piensan que la unión con esa persona es para siempre pase lo que pase, que las cosas de dentro de casa no se deben de difundir fuera, no encuentran apoyo en quien esperan o no creen encontrarlo, tienen dependencia económica de su pareja y no saben dónde ir o qué hacer sin él, creen que su papel de pilar de familia debe mantenerse pase lo que pase por sus hijos…

  ¡Qué va a hacer sin él!. Pues para eso está la familia, las amistades, todo ese personal profesional que te puede sacar de ahí.

Conceptos:
Es ìmportante que sepamos antes de hablar de igualdad o violencia de género tener claros los siguientes conceptos:

  • Sexismo: Teoría basada en la inferioridad del sexo femenino que viene determinada por las diferencias biológicas entre hombres y mujeres. La construcción de un orden simbólico en el que las mujeres son consideradas inferiores a los hombres implica una serie de comportamientos y actitudes estereotipados que conducen a la subordinación de un sexo con respecto al otro.
  • Estereotipos por razón de género: Conjunto de creencias que se fundamentan en ideas preconcebidas sobre supuestos atributos “naturales” de mujeres y hombres y que se imponen como clichés a las personas a partir de su pertenencia a un sexo u otro.
  • Abuso: Cualquier comportamiento encaminado a controlar y subyugar a otro ser humano mediante el recurso al miedo y la humillación y valiéndose de ataques físicos o verbales.
  • Relación de abuso: Forma de interacción que enmarca en un contexto de desequilibrio de poder, incluye conductas de una de las partes que, por acción o por omisión, ocasionan daño físico y/o psicológico a otro miembro de la relación.
  • Síndrome de Estocolmo doméstico: Las víctimas de malos tratos pueden tener la percepción cognitiva de que son incapaces de manejar o resolver la situación. Este sentimiento de indefensión les produce un efecto debilitador en sus habilidades de resolución de problemas y, por tanto, les imposibilita el abandono de la relación. Este síndrome de Estocolmo lleva a la víctima a identificarse con la parte más positiva del agresor, negando la parte violenta del mismo.
  • Micromachismo: Comportamientos de control y abuso de poder que los varones ejecutan permanentemente. Son hábiles de dominio, poco evidentes, sutiles o insidiosas, reiterativas, y casi invisibles por lo cuasi normalizadas.
  • Sexo: Características biológicas que distinguen a la mujer del hombre.
  • Género: Forma en que la sociedad determina las funciones, valores, actitudes, etc. que conciernen al hombre y a la mujer.
  • Roles: papeles que se juegan en la vida social. Representan las distintas funciones que ejercemos cotidianamente.
  • Feminismo: movimiento que exige para las mujeres iguales derechos que para los hombres.
  • Machismo: actitud de prepotencia de los varones respecto a las mujeres.
  • Discriminación por sexo: distinción o exclusión basada en el sexo que tiene como resultado anular a uno u otro sexo.
  • Discriminación directa por razón de sexo: situación en que se encuentra una persona que sea, haya sido o pudiera ser tratada, en atención a su sexo, de manera menos favorable que otra en situación comparable.
  • Discriminación indirecta por razón de sexo: situación en que una disposición, criterio o práctica aparentemente neutros pone a personas de un sexo en desventaja particular con respecto a personas del otro sexo.
  • Acción positiva: medidas específicas a favor de las mujeres para corregir situaciones patentes de desigualdad de hecho respecto de los hombres. Serán aplicables en tanto subsistan dichas situaciones.
  • Mainstreaming de Género: mejora, desarrollo y evaluación de los procesos políticos, de modo que en una perspectiva de igualdad de género se incorpore a todas las políticas.
  • Políticas de Igualdad: puesta en marcha de medidas compensatorias tendentes a eliminar las discriminaciones por razón de sexo que limitan a mujeres y hombres la oportunidad de desarrollarse en igualdad.
  • Igualdad de Género: aceptación y valoración por igual de los papeles que juegan en la sociedad hombres y mujeres.
  • Igualdad de oportunidades: Ausencia de toda barrera sexista para la participación económica, social y política.

4 comentarios:

  1. Hola Charo:
    Me ha gustado mucho este apartado de conceptos, muy útil y necesario para saber lo que hablamos. gracias por hacerte seguidora, yo también soy seguidora de tu blog, espero que sigamos en contacto,
    Ana

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  2. Estupendo blog, Charo.

    Y qué auténtico. La desigualdad entre hombres y mujeres no aparece sólo en los telediarios, cuando un desgraciado decide que es el amo de la vida de una persona. Aparece también cuando cobras menos que un hombre realizando el mismo trabajo, o cuando tu jefe (no el actual, otro) te dice que a fulanitO le tiene que pagar más porque mantiene una familia...

    Mientras no rompamos con esos estereotipos que tenemos incrustados en la cabeza, no habrá verdadera igualidad...

    Un saludo y muchas gracias por hacerte seguidora.

    Lola (Eva)

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  3. Enhorabuena por este blog y por trabajar de forma tan entusiasta para conseguir que la igualdad entre mujeres y hombres sea real y efectiva. Más personas como tú hacen falta para conseguir una sociedad más justa e igualitaria. Educar en igualdad es la única manera de poder luchar contra la violencia de género. Sigue poniendo tu granito de arena.

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  4. Tú si que sabes sobre igualdad, así es que, contémonos todas que entre todas el grano de arena se hace duna. A ver si conseguimos con un poco de aire, mover el desierto.
    Gracias por tu colaboración.

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